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SCHUBERT-8ª SINFONIA (1º MOVIMIENTO)


En la vasta producción de Franz Schubert destacan sus nueve sinfonías, sus misas, su música de cámara, y sus geniales lieder, armonizaciones de poemas con acompañamiento de piano, que revolucionaron completamente este género. Sus creaciones operísticas no tuvieron éxito en su tiempo, pero hoy día lo que se conserva de ellas es ampliamente apreciado.

Aunque en vida fue admirado por un grupo de fieles amigos, el auténtico valor de su música sólo fue reconocido después de su muerte, cuando compositores como Schumann, Mendelssohn o Liszt lo reivindicaron como uno de los grandes. Suele considerarse que el estilo de Franz Schubert sirve de puente entre dos períodos, pues aunque adopta básicamente las formas del clasicismo vienés y tiene por maestros a Mozart y Beethoven, en diversos rasgos prefigura ya el romanticismo. De estos, el principal tal vez sea su tratamiento revolucionario de la tonalidad y de los modos mayor y menor, que ajusta genialmente a sus necesidades expresivas. Este hecho, unido a su inagotable vena melódica, hizo decir a Franz Liszt que Schubert era el más poeta de todos los músicos.

La corta vida de Franz Schubert nos impone una reflexión sobre las dificultades a que el artista es sometido muchas veces. Su imagen componiendo a escondidas en el Convict o en la escuela donde enseñaba, nos hace pensar en lo cerca que hemos andado de perdernos la música que aquel hombre creaba, y nos señala también a todos esos genios que vinieron al mundo con dotes excepcionales, pero a los que nunca se les permitió que las desarrollaran. Esta es otra faceta más, de la que no solemos ser demasiado conscientes, de esa vasta tragedia que es la historia del mundo.

BERLIOZ-SINFONIA FANTASTICA (3º MOVIMIENTO)

Berlioz fue un creador cuyo obstáculo fue la intransigencia de la mayoría de los músicos en casi todos los temas, desde su apoyo al uso del saxofón o a la nueva visión dramática de Wagner. Su vida fue excéntrica y apasionada. Ganó el Premio de Roma, el más importante de Francia en aquel momento, por una cantata hoy casi olvidada. Su obra musical es antecesora de estilos confirmados posteriormente. El compositor defendió sus postulados de música programática como columnista. Tuvo un éxito relativo en las principales capitales europeas donde estrenó su obra y una menor suerte en su propio país.

También escribió un Tratado de Instrumentación que reeditó y corrigió Richard StraussLa Sinfonía Fantástica (subtitulada Episodio de la vida de un artista) se acabó de componer en 1830 y está dedicada al amor no correspondido entonces de Henrietta Smithson. Son cinco movimientos de carácter descriptivo a través de la técnica de la idea fija, es decir, un tema musical obsesivo que atraviesa toda la obra. Berlioz detalla en su partitura esta evolución de la obsesión de un artista aturdido por el opio, desde los ensueños y pasiones, pasando por el baile, una escena en el campo, o la marcha al cadalso, para acabar con el aquelarre de un sueño de sabbat. Esta obra es considerada como uno de los principales antecesores de la música programática.


LALO-SINFONIA ESPAÑOLA (ANDANTE)

Edouard Lalo fue un compositor francés [1823-1892] de tradición militar, que renunció a ella para dedicarse a la música. Viajó a estudiar al Conservatorio de París, pero la pobreza y la desilusión por el formalismo del sistema de enseñanza, lograron que prefiriera los profesores particulares y su propio análisis de las obras maestras. En los años cuarenta del siglo XIX compuso obras como su Fantasía original para violín y piano. Durante ocho años abandonó la composición para dedicarse a enseñar y tocar la viola en el cuarteto Armingaud que fundó. Sus primeras obras datan de esta época, como un trío y dos piezas para violoncello, a los que seguió la primera versión de su Cuarteto, op. 19. Su mujer ló estimuló para componer una ópera, Fiesco, de triste destino. Luego abandonó el género operístico para componer música instrumental y orquestal.

La Sinfonía española, op. 21 es un concierto para violín y orquesta dedicado al violinista español Pablo Sarasate compuesto por cinco movimientos (aunque generalmente se omite el tercero), a medio camino entre la suite y la antigua sinfonía concertante. Esta obra corresponde a un período de interés por el exotismo transpirenaico en los compositores franceses. En el primer movimiento hay una batalla entre el solista y la orquesta, mientras que el segundo es una danza y canción de inspiración española. Después del Intermezzo obviado viene una melodía de evocación oriental para acabar con una danza de ritmos saltarines.

RACHMANINOV-CONCIERTO PIANO Nº 2 (1º MOVIMIENTO)


El concierto se inicia con unos acordes en stacatto que van en crecimiento creando un clímax que es retomado por la orquesta con un tema inicial reposado y característicamente “ruso” en su desarrollo para el cual el solista desarrolla unos arpegios de acompañamiento. Después de este tema, el compositor establece un balance con un segundo tema mas lírico en una tonalidad mas dulce (mi bemol mayor).
A partir de la exposición de ambos temas, el desarrollo transcurre en constantes mutaciones resultantes del intercambio y mezcla de ambos temas entre varias secciones de la orquesta y con el solista hasta llegar a un clímax en el cual el tema inicial es reexpuesto con una estructura modificada con un ritmo más marcado y sostenido.

El Segundo movimiento le ha dado inspiración e incluso base a melodías románticas y sentimentales, cuyo ejemplo más famoso es la canción “All by myself” de Eric Carmen, cantada por un sin fín de cantantes desde Celine Dione, Mariah Carey, Luis Miguel, etc.. Es una elegía de tono dulce que es iniciada por la flauta, retomada por el solista y transportada a través de varios instrumentos hasta un momento de tensión que desemboca en una cadenza de altísima dificultad técnica. A partir de ese momento, el piano y flauta reestablecen el dulce diálogo inicial el cual lleva a una coda en que se desvanece hasta desaparecer.

El tercer movimiento nos presenta tras una breve introducción y una cadenza del piano un tema agitado y rítmico que es acogido por la orquesta en su conjunto desvaneciéndose progresivamente con la introducción de un segundo tema mas suave y melódico introducido por las violas y el oboe; esta melodía es una variación del segundo tema del primer movimiento la cual es la base del desarrollo del movimiento, hasta llegar a un clímax orquestal en el cual,tras una complicadísima segunda cadenza en el piano, una nueva variación al segundo tema del primer movimiento cierra la obra con una brillante exposición y coda orquestal.



VERDI-NABUCCO (VA PENSIERO)


Nabucco fue el primer éxito decisivo de Verdi. Sus melodías, armonías y ritmos se vinculan todavía nítidamente a Donizetti, son simples en estructura, pero de un efecto dramático innegablemente fuerte. Cada nota parece tener una auténtica sangre teatral que entusiasma de manera irresistible. El 09 de marzo de 1842 se estrenó triunfalmente en la Scala de Milán. La melodía del coro "Va pensiero", que surgió en primer lugar, se convirtió en la canción de súplica y combate de todos los patriotas italianos que se identificaban con el pueblo hebreo en su hora más difícil y se esforzaban por liberarse de la dominación extranjera.
Había en este libreto dos aspectos que impresionaron especialmente a Verdi. La simpatía por el pueblo hebreo sometido, que lo llevó espontáneamente a una comparación simbólica con los italianos que vivían en las regiones del país ocupadas por los austriacos, y el fuerte elemento religioso, que le prestó apoyo precisamente en esa época casi atea de su existencia. Allí se expresaba la fe que podía mover montañas, y estaba claramente plasmada la victoria de los que luchaban por Dios contra el materialismo pagano.
La ópera comienza con el asedio de Jerusalén por el ejército del rey babilonio Nabucco o Nabucodonosor. Zacarías exhorta a los defensores a que resistan mientras la fiel Fenena esté de su lado; ésta, hija de Nabucco, salvó antaño al rey de Israel, Ismael, de su encierro en Babilonia. Por amor a él lo siguió a su patria. Pero también Abigaíl ama a Ismael: es hija adoptiva de Nabucco, una mujer cruel y orgullosa que cree que ha llegado el momento de vengarse de su rival. Toman por asalto la ciudad; Ismael salva a Fenena del puñal de su padre. Llevan a los judíos prisioneros al llamado «destierro babilonio», la primera diáspora de que hablan los libros históricos de la Biblia y algunos de los más bellos salmos.
Durante la ausencia de Nabucco, Abigaíl se convierte en reina de Babilonia y jura la muerte de Fenena, Ismael, Zacarías y todo el pueblo hebreo. Cree que los tiene a todos en sus manos, pero Nabucco regresa por sorpresa. Exige que, en adelante, ambos pueblos, el suyo y el hebreo, vean en él no sólo a su rey sino también a su dios. Zacarías se opone valientemente a esta pretensión, y Fenena, como esposa de Ismael, se convierte al judaísmo. Pero Nabucco insiste en su delirio. Un rayo lo arroja al suelo. Rápidamente, Abigaíl se pone los atributos reales y pronuncia la sentencia de muerte contra los prisioneros hebreos. Los sentidos de Nabucco se han extraviado, pero cuando sabe que Fenena debe morir también, no da su consentimiento.
En la escena tal vez más bella de la ópera, los hebreos esclavizados están de rodillas a orillas del Eufrates, «en las aguas de Babilonia», como dice el salmo; su oración fervorosa, su anhelo de libertad, la añoranza de la patria lejana se condensan en la inolvidable escena coral de «Va pensiero sull'ali dórate».
Nabucco conoce el peligro en que se encuentra su hija Fenena, que marcha con los demás condenados al cadalso, y ruega por ella a Jehová, el Dios de los judíos. Una luz cae sobre él. Mientras el sacerdote de Baal recibe a las víctimas, Nabucco, otra vez totalmente dueño de sí, aparece ante el pueblo. El ídolo se desploma como por milagro. Abigaíl es herida de muerte; moribunda, se dirige también al Dios de Israel, y pide al rey que una para siempre a Fenena e Ismael. Nabucco reconoce el poder del Dios extranjero. Libera a los israelitas de la esclavitud, y éstos, como estaba predicho, regresan a Jerusalén.
La Biblia constituye el fundamento de este drama. La esclavitud de los israelitas en Babilonia y su liberación ha sido representada con frecuencia en el arte occidental.
Temistocle Solera (1815-1878) fue un escritor de talento; Verdi lo llamó para que colaborara en una serie de óperas (Oberto, Nabucco, I lombardi, Giovanna d'Arco, Attila). Por supuesto, su arte dramático respondía a la ópera que dominaba en la época, pero hay en Nabucco una serie de escenas que revelan un genio dramático poco común.
Nabucco fue el primer éxito decisivo de Verdi. Sus melodías, armonías y ritmos se vinculan todavía nítidamente a Donizetti, son simples en estructura, pero de un efecto dramático innegablemente fuerte. Cada nota parece tener una auténtica sangre teatral que entusiasma de manera irresistible. La pieza maestra de la partitura es el coro «Va pensiero», una melodía pausada, nostálgica y llena del más profundo sentimiento, en que violentos arrebatos alternan de manera espléndida con atribulados susurros.
El compositor alemán Otto Nikolai (autor de Las alegres comadres de Windsor) había cosechado prometedores éxitos en la Scala de Milán. Entre los libretos que se le habían ofrecido para ulteriores composiciones se encontraba también el proyecto de Solera para Nabucco. Pero Nikolai no se interesó. Merelli, el empresario de la Scala (hoy diríamos el director artístico), un nombre que casi merece el título honorífico de profeta de Verdi, insistió al joven compositor italiano para que pusiera en música aquel argumento. Mostró con ello una confianza fuera de lo común, pues Verdi había triunfado con Oberto pero también había fracasado totalmente con Un giorno di regno. Además, le había afectado profundamente la muerte de su joven esposa y de sus dos hijos, de manera que atravesaba una profunda crisis anímica. Merelli impuso formalmente el libreto al compositor; cuando éste lo arrojó sobre la mesa al regresar a su casa (Verdi relata el episodio en un breve esbozo autobiográfico), se abrió solo y Verdi leyó la frase «Va pensiero sull'ali dórate...». En el mismo instante se le ocurrió la melodía para estos bellos versos. Y escribió la ópera en un arrebato creativo sin pausa.
El 9 de marzo de 1842 se estrenó triunfalmente en la Scala de Milán. La melodía del coro, que surgió en primer lugar, se convirtió en la canción de súplica y combate de todos los patriotas italianos que se identificaban con el pueblo hebreo en su hora más difícil y se esforzaban por liberarse de la dominación extranjera. La misma melodía sonó en el entierro del maestro, casi sesenta años más tarde, y para entonces ya se había convertido en un himno nacional, que todo niño italiano hasta el día de hoy sabe de memoria.