Mientras residió en París, Chopin compuso cuatro impromptus en el lapso de ocho años; el primero de ellos en 1834, cuando tenía 24 años, y que nunca llegó a publicarse en vida del autor porque el propio Chopin lo retiró del catálogo de sus obras. Tuvo que ser su amigo y pianista Julian Fontana quien lo publicara en 1855, seis años después de su muerte, desoyendo su petición de echarlo a la hoguera si acaso respaldado porque la pieza estaba, precisamente, dedicada a él.
Acertada decisión, pues con los años se convirtió en el más famoso de todos los impromptus, llegando incluso –no se sabe cómo– a tener nombre propio: Fantasia Impromptu.
La pieza está compuesta fundamentalmente de dos partes, primero un allegro agitato al que sigue una melodía serena y muy lírica, moderato cantabile, que luego va a dar paso a la repetición del primer tema, para finalizar con la mano izquierda cantando las primeras notas de la melodía central mientras la derecha, cada vez menos furibunda, va muriendo poco a poco.
Excelente versión de Lola Astanova.
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