En el primer movimiento (que es el que se recoge en el audio), es el fagot el que transmite el mensaje de la Existencia. Desde las profundidades y las oscuras cavernas llega un suave clamor que delata la debilidad y contingencia de la Existencia. Un débil chillido anuncia su llegada, y aparece saltando desde las penumbras de la nada. A continuación, es la viola la que formula la pregunta. ¿Podrá la Existencia avanzar? Empieza dando un paso hacia adelante, con firmeza, mas en vano: la Existencia cae en el abismo.
Tras escuchar sus gritos y lamentos, son los rabeles quienes toman el relevo y manifiestan, en un dulce Andante, la esperanza-desesperanza de la Existencia, que va descendiendo por las escaleras. Dan cuenta de la afirmación de la Existencia, y de la decadencia de la Contingencia, que permanece muda en el olvido.
Los rabites dan paso a los instrumentos de viento de madera que, estrepitosamente, expresan la resistencia que ejerce la Existencia ante la decadencia, y el ímpetu con el que se involucra toda la orquesta indica la ascensión de la Existencia, que aunque en un álgido Forte trata de hacer todo lo posible por vencer a la Nada, finalmente resulta en vano, tal y como nos hacer saber un Pianissimo. En este primer tempo en el que se nos presenta la dialéctica y la lucha entre la Existencia y la Nada, el lema predominante es el de la contingencia, que viene a ser el leitmotiv de toda la Sinfonía.
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