En la gran producción de Richard Wagner para la lírica, "Tannhauser” es una de sus obras tempranas, ubicada entre “El holandés errante” y "Lohengrin". Por primera vez, en ella Wagner utiliza para una creación escénico-musical ya no el nombre de ópera, sino el de "acción musical".
El argumento de "Tannhauser o el torneo de cantores de Wartburg", como así se llama la obra, Wagner lo obtuvo de la historia y la leyenda. El personaje, que existió realmente hacia la primera mitad del siglo XIII, es uno de los caballeros cantores del medioevo alemán, quien (y aquí se inicia la leyenda) arrepentido de sus inmoralidades del pasado, acude a Roma para obtener el perdón del Papa.
Richard Wagner, que en "Tannnhauser” como en todas sus otras obras escénico-musicales también ofició de libretista, recurrió a otras leyendas relativas al certamen poético de Wartburg, que habría tenido lugar en el año 1207 y en el cual participaron los más famosos caballeros poetas de entonces.
La composición de "Tannhauser” fue iniciada en julio de 1842 y terminada en enero de 1845, siendo concluida la orquestación tres meses más tarde. El estreno aconteció en Dresden en octubre de 1845, con una acogida fría, debido tanto a fallas escenográficas y técnicas como a debilidades en los intérpretes. Sometida a transformaciones que alteraron más que nada su parte inicial, "Tannhäuser” se presentó en París (cantada en idioma francés) en marzo de 1861, nuevamente sin ningún éxito.
No obstante, el verdadero camino de triunfos para "Tannhauser” no tardó en hacerse ver, llegando a ser pronto una de las más importantes producciones del joven Wagner. Citemos que el compositor, que vivió 70 años, entre 1813 y 1883, tenía sólo 32 años de edad cuando estrenó esta obra.
Musicalmente, en "Tannhauser” se manifiesta un germen ya en evolución en el desarrollo de los grandes elementos tan característicos del Wagner maduro, como lo son el uso del “Leit motiv”, la unida escénica y la melodía infinita.
La acción de la opera se desarrolla en Turingia, a comienzos del Siglo 13, y está subdividida en tres actos.
En el Monte de Venus, el trovador Tannhaüser yace a los pies de la diosa Venus. Faunos y bacantes danzan frenéticamente. Tannhaüser, hastiado de la vida sensual y delicada de la corte de Venus, eleva un himno de alabanza a la diosa, pero termina manifestando su nostalgia por la tierra y pide su libertad. Venus pone en juego todas las fascinaciones de su poder y, al fracasar, amenaza al trovador, diciéndole que en la tierra será un escarnecido y un proscrito entre los hombres. Tannhaüser responde que él confía en la Virgen María y, al pronunciar este nombre, Venus, su corte y todo su mundo, desaparecen de inmediato.
Tannhaüser luego se encuentra en un valle cerca del Castillo de Wartburg en una mañana de primavera. Pasa cerca suyo una procesión de peregrinos entonando un devoto himno, camino a Roma. Tannhäuser cae de rodillas en ferviente actitud de agradecimiento. En los aires repercute de repente el eco de cornos de caza, apareciendo el Landgrave Hermann y sus caballeros, quienes al llegar reconocen a Tannhäuser y lo reciben con muestras de regocijo. Ni las súplicas ni las promesas logran hacerlo unirse a ellos, hasta que Wolfran, uno de los caballeros, recuerda que en el castillo vive Elizabeth, sobrina del Landgrave, quien ha estado muy afligida durante su ausencia. Al escuchar el nombre de Elizabeth, Tannhäuser decide unirse al grupo y volver a verla.
En una gran sala del Castillo de Wastburg, Elizabeth entra radiante de alegría por el regreso de Tannhäuser y evoca los antiguos triunfos del trovador en ese lugar. Llega Wolfram acompañando a Tannhäuser. Éste y Elizabeth se unen en una alavanza a Dios, que ha bendecido sus canciones. Tannhäuser parte a prepararse para la gran Fiesta de la Poesía, mientras el Landgrave informa a su sobrina que ofrecerá la mano al cantante que ella corone como vencedor del certamen.
Una brillante fanfarria de trompetas anuncia la llegada de los invitados, quienes ingresan a la sala en una solemne marcha. El landgrave les da la bienvenida, anunciándoles que el tema del certamen será “El Amor”, a la vez que se sortea el nombre de quien dará comienzo al concurso. Wolfram es el elegido y comienza su himno de alabanza al amor virtuoso, al que compara con un arroyo cristalino. Tannhäuser, recordando sus momentos en el Monte de Venus, no puede contenerse y lo interrumpe, hablando de un amor más terrenal.
Las mujeres huyen escandalizadas de la sala y los hombres, blandiendo sus espadas, se lanzan sobre Tannhäuser. Elizabeth se interpone ante él y suplica a sus agresores que le permitan buscar el perdón divino. El Landgrave consiente, siempre que Tannhäuser acuda a buscar el perdón del Papa.
Se oye el canto de unos peregrinos que marchan a Roma y Tannhäuser, herido por los remordimientos, sale presuroso a unirse a ellos.
En un valle cercano al castillo de Wartburg, Wolfram descubre a Elizabeth rezando en una capilla. Se oye a lo lejos un canto de peregrinos que ya regresa de Roma. Con ansiedad Elizabeth lo busca, pero Tannhäuser no viene en el grupo. Cuando ella se aleja, Wolfram entona una expresiva loa a la estrella vespertina, pidiéndole que guíe el camino de Elizabeth. Aparece finalmente Tannhäuser, muy a mal traer y revelando en su rostro el cansancio de su cuerpo. Wolfram lo interroga y el peregrino le relata las privaciones y trabajos que debió sufrir antes de poder arrodillarse ante el Papa y solicitar su perdón.
El Santo Padre lo recibió y le mostró su báculo, expresándole que no sería perdonado hasta que el madero se llenara de flores. Ahora sin esperanza de salvación, Tannhäuser busca su olvido en el Monte de Venus. Un resplandor se apodera del lugar y aparece Venus, extendiendo sus brazos a Tannhäuser en señal de bienvenida. Wolfram le recuerda en ese momento a Elizabeth, lo que hace desaparecer a Venus derrotada con su corte. El tañido de unas campanas anuncia la muerte de Elizabeth y al acercarse la procesión de su entierro, Tannhäuser, agobiado por el dolor y el cansancio, cae muerto. Un grupo de peregrinos aparece dando cuenta del milagro que se ha producido en Roma: el báculo del Papa se ha llenado de flores.
Excelente artículo, gracias por compartirlo.
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