Nacido en Las Palmas de Gran Canaria el 24 de noviembre de 1927 y bautizado como Alfredo José María del Carmen Kraus Trujillo, hijo de padre austríaco y madre grancanaria, Alfredo Kraus realiza sus estudios en su ciudad natal hasta graduarse en Ingeniería Técnica-Industrial. Gran aficionado al canto, a la música y a la natación, una vez pasada la adolescencia, su hermano Francisco le presenta a Dña. María Suárez Fiol, quien es la primera en vislumbrar las cualidades de esa voz. Alfredo Kraus estudiará luego en Barcelona -con Gali Markoff-, en Valencia -con Francisco Andrés- y finalmente en Milán -con Mercedes Llopart-. Tal como el mismo Kraus dijera, sus estudios de canto con estos tres profesores abarcaron menos de dos años en total. Desde su juventud, Alfredo Kraus supo entender que sin un autoconocimiento profundo de los propios medios vocales y una disciplina constante no alcanzaría sus fines. Sus propias experiencias, su capacidad de observación y su talento harían el resto.
El 10 de diciembre de 1954 supone un hito importante para el joven intérprete: su primer gran concierto con orquesta en el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, donde ya se le anuncia como el “tenor Alfredo Kraus”. Acompañado por la Orquesta de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas -bajo la dirección del Mº Gabriel Rodó- el joven Kraus, a sus veintisiete años, se luce con un repertorio inusual: las dos arias de Pagliacci y el Celeste Aida y el dúo La fatal pietra, ambas de Aida, con la soprano Elisa de la Nuez. Un “pre-debut” de lo que será su debut profesional en El Cairo, el 17 de enero de 1956. Alfredo Kraus cantará allí su primer Duque de Mantua en Rigoletto -rol que mantendrá en repertorio hasta cumplidos los sesenta y siete años- y, por exigencias de la compañía italiana que organizaba la gira, su primer Cavaradossi en Tosca -que solo repetirá en Cannes en marzo de ese mismo año-.
Los cuarenta y tres años de carrera de Alfredo Kraus son aún más admirables si tenemos bien en cuenta sus características de lírico con agilidad y su arduo repertorio. Su trayectoria profesional es el resultado de una aguda inteligencia para saber elegir, y no solo el repertorio, sino los ámbitos y el número de representaciones anuales. Esta racionalidad y su obsesión por el estudio, el deporte y los buenos hábitos, permitieron a Kraus preservar sus medios vocales hasta la madurez. Que Alfredo Kraus sea considerado hoy en día uno de los más grandes tenores de la segunda mitad del siglo XX es fruto no solo de su naturaleza vocal, sino de un proyecto “mental” que el joven Kraus intuyó desde sus comienzos.
Como a todo artista de alto nivel, y más en un género como la ópera, que puede derrapar fácilmente en el fanatismo, no le faltaron críticos. Hablaron de “cierta frialdad” del intérprete, de abarcar un “repertorio acotado” y de prodigarse “poco”. Hoy como ayer, un cantante que se expone en tal grado y afronta un repertorio complejo, necesita encontrar un punto de despego para poder volcar toda su energía en el arte y presentarse a su público en las mejores condiciones. Kraus no solo fue respetuoso de la música, de los compositores y del ambiente teatral en el que se desenvolvía, sino que se autoexigió, y mucho, y durante toda su carrera no perdió de mira su principal objetivo: “alcanzar la excelencia”.
El repertorio escénico de Alfredo Kraus abarca treinta y seis roles, a lo que se sumarían los de La jolie fille de Perth de Bizet y La muette de Portici de Auber, que solo grabara. También cantó en concierto Così fan Tutte -que antes grabó, sosteniendo su credo de “un Mozart a la italiana” frente a Karl Böhm- y fue el tenor solista en tres conciertos de la Messa da Requiem de Verdi. Según la cronología documentada que la FIAK está elaborando, los títulos que Alfredo Kraus interpretó más veces fueron Werther (213), Rigoletto (211), La Traviata (172) y Lucia di Lammermoor (172). Y por número de representaciones, el listado continúa con Don Pasquale, La Favorita, Manon, Faust, I Puritani, Les contes d’Hoffmann, Les pêcheurs de perles, La sonnambula, La fille du régiment, Roméo et Juliette, L’elisir d’amore, Il barbiere di Siviglia, Don Giovanni, Marina, Lucrezia Borgia, Mefistofele, Falstaff, Linda di Chamounix, Les dialogues des Carmélites, Lauda per la Natività del Signore, La vida breve, Alì Baba, Carmina Burana, L’heure espagnole, Gianni Schicchi, Madama Butterfly, La bohème, Lakmé, Tosca, Il signor Bruschino y Pepita Jiménez