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BRAHMS-3ª SINFONIA (3º MOVIMIENTO)

La Sinfonía nº 3 en Fa Menor Opus 90 de Johannes Brahms fue compuesta en el verano de 1883 en Wiesbaden, cerca de seis años después de haber terminado la Segunda Sinfonía. En el interín, Brahms había compuesto algunas de sus mejores obras maestras, en las que se incluyen el Concierto para Violín, las dos oberturas y el Concierto para Piano nº 2.
Está basada probablemente en esbozos de años anteriores. Uno de sus motivos principales está basado en la transposición musical de las iniciales de una frase muy suya: "Frei aber froh" (libre pero feliz, FAF, es decir: Fa-La-Fa, aunque realmente la segunda nota es La bemol).
Fue estrenada el 2 de Diciembre de 1883 por por la Orquesta Filarmónica de Viena, bajo la dirección de Hans Richter, que la consideró como la Heróica de Brahms (aludiendo a la Tercera Sinfonía de Beethoven).
La sinfonía tiene cuatro movimientos que duran alrededor de 40 minutos, y son:
Allegro con brio
Andante
Poco allegretto
Allegro
El famoso tema del tercer movimiento apareció en la película Aimez vous Brahms? de Anatole Litvak.


HAYDN-SINFONIA DE LOS JUGUETES (2º MOVIMIENTO)

Esta obra, en la cual, junto con los instrumentos tradicionales, participan juguetes (una trompeta y un tambor de hojalata, unos silbatos que producen el canto de un cuco y de un ruiseñor, una matraca y un triángulo, que en aquella época estaba todavía admitido en las bandas pero no en la orquesta) ha sido atribuida durante mucho tiempo a Leopold Mozart, el padre de Wolfgang Amadeus.
Anteriormente, esta misma obra se atribuyó a diferentes compositores, entre los que figuran Franz Joseph Haydn, el padre de la sinfonía, y su hermano Michael.
Entre las razones que contribuyeron a que se le quitara la autoría a Haydn y se le diera a Leopold Mozart, seguramente estuvo la gran fama como maestro de música de la que gozaba este último, quien, además de haber sido el responsable de la educación musical de su hijo, escribió un importante método de violín, Tratado para una escuela violinística básica, que se publicó en varios idiomas y sirvió para que muchísimos niños de esa época y del siglo siguiente aprendieran a producir sus primeras notas con ese instrumento.
Sin embargo, hoy en día hay estudios que demuestran que el autor de la Kindersinfonie (sinfonía de los niños, ese es su título en alemán) fue un monje benedictino llamado Edmund Angerer que vivió en Baviera en la segunda mitad del siglo XVIII, y no el músico de la corte del Arzobispo de Salzburgo. No obstante, Leopold todavía aparece como autor de esta obra en las portadas de las partituras y de los discos publicados hasta hace muy pocos, y en muchísimas páginas web, bastante más de las que presentan esta música como obra de Angerer. Un ejemplo es el siguiente vídeo.


HAYDN-101ª SINFONIA "EL RELOJ" (2º MOVIMIENTO "MINUETTO)


El compositor clásico por excelencia (junto a Mozart), Haydn es también uno de los sinfonistas más excelsos de la historia. En su segundo viaje a Inglaterra, en 1794, concluyó y presentó, de la mano del empresario musical londinense Johann Peter Salomon, sus últimas creaciones en el género, entre ellas la Sinfonía 101. Frente a su acomodada pero rutinaria vida al servicio de la familia Esterházy (para la que trabajó hasta la muerte del príncipe Nikolaus en 1790), Londres evocaba un mundo lleno de estímulos creativos para Haydn. Viviendo holgadamente de su pensión y libre de sus ataduras profesionales, no debió suponerle mucho esfuerzo decidirse a aceptar la oferta de Salomon para mostrar su trabajo al público inglés.
La Sinfonía 101, "el reloj", arranca de forma sugerente con una original introducción de tono sombrío que, si bien responde al tipo de introducciones que se utilizaban para llamar la atención del público y avisarle del comienzo de la obra, destaca por su inusual sustancia musical, que crea una pretendida tensión previa. Tras estos breves prolegómenos el primer movimiento se inicia de manera mucho más alegre y danzarina, empujado por un tema de melodía bailable y hasta pegadizo, puede que inane sacado de su contexto, pero de gran protagonismo en contraposición con la sombría introducción. El segundo movimiento es el que da sobrenombre a la sinfonía. En él la orquesta marca un ritmo oscilante que evoca el tictac de un reloj, por encima del cual la cristalina melodía es acomodada con maestría por Haydn.


MOZART-40ª SINFONIA (1º MOVIMIENTO "ALLEGRO")

La Sinfonía en Sol menor, compuesta en unas pocas semanas, fue terminada el 25 de julio de 1788. El estreno probablemente tuvo lugar el 16 de abril de 1791 en Viena, bajo la dirección de Antonio Salieri.
Las últimas tres sinfonías de Mozart fueron compuestas en el sorprendente corto período de dos meses. 1788 fue un año productivo para el compositor, pero incluso así, la composición de tres sinfonías de grandes proporciones durante los meses de verano fue algo extraordinario.
Un cierto misterio rodea la creación de esta música. Era inhabitual en Mozart escribir piezas orquestales durante el verano, ya que no era probable que se programaran interpretaciones fuera de la temporada normal de conciertos. Además, el compositor no recibió ningún encargo ni ningún pago por estas obras, y por lo menos dos de ellas nunca fueron interpretadas durante su vida. ¿Por qué, entonces, las escribió? Algunos quieren creer que estas obras tienen su propia justificación, que Mozart tenía una necesidad interna tan intensa de expresarse que no pudo esperar la llegada de un conveniente encargo. Esta noción romántica quizá concuerde con la naturaleza apasionada de la música, pero es ajena al carácter del compositor. El era un artesano que trataba, aunque infructuosamente, de vivir de sus composiciones. No podía permitirse el lujo del arte por el arte mismo, por apasionado que fuera su deseo de autoexpresarse.
Otto Jahn la llamó "una sinfonía de dolor y lamento" (1856), en tanto C. Palmer la denominó "nada, excepto alegría y animación" (1865). Alexandre Dimitrivitch Oulibicheff (1843) escribió acerca del final: "Dudo de que la música contenga algo más profundamente incisivo, más cruelmente doliente, más violentamente abandonado o más completamente apasionado", en tanto que A. F. Dickinson (1927) creía que "el brío de este movimiento es tremendo. Es... el mejor tónico posible para el espíritu desanimado." Georges de Saint-Foix escribió en 1932 sobre la "febril precipitación, la intensa agudeza y la energía concentrada", en tanto Donald Francis Tovey escribió alrededor de la misma época sobre los "ritmos y los idiomas de la comedia". Robert Dearling la llamó "una singularmente conmovedora expresión de pena", en tanto que H. Hirschbach la consideró "una pieza de música común y apacible". En tanto el estudioso Alfred Einstein encontró la sinfonía "fatalista" y Pitts Sanborn la consideró tocada por "una inefable tristeza", los compositores parecen haber tenido opiniones más felices. Berlioz observaba su "gracia, delicadeza, encanto melódico y belleza de hechura"; Schumann encontró en ella "ligereza y gracia griegas"; Wagner la consideró "exuberante con arrebato"